Danzaba el sol coqueto sobre el mar, ya se iba. Él no, era la tierra la que inevitablemente se alejaba puntual, pero para los efectos de quienes lo observábamos, era el Sol quien se iba lentamente.
Danzaba el mar sobre las piedras, suave y delicado las acariciaba, como para que no notaran su capacidad de transformarlas en arena.
Danzaban los chicos sobre los guijarros, “un dos, un dos”, parecía decir él mientras la guiaba cuando en realidad la tomaba amorosamente de la mano ayudándole a atravesar el tramo de piedritas en la orilla para que no dañaran sus pies.
Una ilusión perfecta de bailes al atardecer deleitó mis ojos observadores desde este lado de la playa, esa tarde en el Balneario Las Flores una escena cotidiana se percibía diferente, quizás porque en realidad bailaba mi corazón fascinado con el milagro de la vida.
¿Cuál era la realidad y cuál la ilusión? Creo que ambas...
“Le he dado a todo lo que veo en este lugar, todo el significado que tiene para mi “
U.C.D.M, lección 2
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