Para contar un secreto hay que escoger muy bien la persona, el momento y el lugar.
Comience por buscar el depositario ideal de su información, debe ser una persona confiable, preferiblemente tímida y no muy habladora. No escoger nunca a esos individuos que cuando se toman unos tragos de más, les da por contar sus propios secretos y hablar de todo el mundo.
La decisión del momento y del lugar suelen ser paralelas. Primero se busca un lugar tranquilo, silencioso y solitario. Al mismo tiempo se estará decidiendo, automáticamente la hora adecuada. Por ejemplo, si el lugar es en su propia casa y allí vive su familia, no decida la hora del almuerzo, sino un horario en que no haya nadie y la casa quede silenciosa, libre de oídos curiosos. Si el lugar es un transporte publico, el momento ideal es cuando esta llegando al Terminal y la mayoría de las personas se han bajado en el camino.
Lo más importante que debe decidir cuando se dispone a contar un secreto, es su muerte – la del secreto – ya que una vez que haya salido de su boca, dejara de existir como secreto para convertirse en cuento, anécdota o mera información.
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