Hace mucho que le doy vueltas a este tema y este año decidí que me voy a lanzar a escribir sobre el Dia de la Madre, lo decidí porque me pesqué haciendo una promo en mi canal de ventas en línea y sentí algo parecido a lo que llaman “vergüenza ajena”, que no es realmente ajena, sino propia, pero fue algo así como que no quería aceptar que yo estaba aprovechándome de esa circunstancia.
Desde los ya muy lejanos días de las campañas “Moulinex”, no sentía algo parecido, haber formado parte del “team-ganador” que promocionaba regalarle a las madres cosas para que fueran más felices en la cocina, no me sentía tan cercana con este marketinero día que, si bien tuvo un origen histórico, ya nadie lo recuerda.
En aquellos días aciagos, en el perfecto uso que da Les Luthiers al término, leí a Kahlil Gibran en su poema A los hijos, entre otras cosas y aunque no creo que lo asimilara por completo fue el punto de partida para entender que la maternidad no era un logro, y si bien alguien podía sentirse “realizada” con ese papel, no era el requisito con que se popularizaba la realización de una mujer.
Esa última reflexión me vino cuando me hice amiga de Antonieta, una maravillosa mujer uruguaya que vivía en Caracas y me enseñó muchísimo de la vida, ella ara al menos 20 años mayor que yo y fue la primera mujer adulta que me dijo no haber tenido hijos por elección propia, no conocía yo muchas mujeres de su edad y menos con la capacidad de admitir eso, la maternidad en ese momento de Venezuela, no se si del continente, tenía 3 vertientes populares: logro, anhelo o carencia, todas con grandes cuotas de sacrificio. Antonieta me mostró una nueva cara, era una persona que no se había sacrificado intentando tener niños, pero tampoco los rechazaba, no tenía discursos de “para que traer niños a este mundo cruel” y muy lejos estaba de no sentirse realizada por no haber tenido niños. Simplemente supo un día que eso no era para ella y tomó la decisión que la mantuvo, siendo además una muy querida tía de sobrinos consanguíneos “y adoptados”.
Yo para ese momento ya tenía dos pequeños, lindos y divertidos, experimentar la maravilla que es la maternidad no me identificaba con dramas o sacrificio, pero si encontré en Antonieta alguien que me ayudó a canalizar los conflictos con mi madre, el día que me dijo, sin apenas conocerla y solo en base a mi versión de las historias: “Tu madres, como todas, solo busca amor, dar y recibir amor, solo que no sabe como canalizarlo y coloca el miedo por encima , pero si buscas el amor en ella, lo vas a encontrar." Quedó grabado a fuego, era la contundente lógica de la inversa : eso era lo que pasaba conmigo como madre. Aunque, igual que el poema de Gibran, demoré en internalizarlo por completo, me hizo redireccionar mi búsqueda y mi trato con ella.
También me ayudó a canalizar mis conflictos con el bendito día de las madres, a mi me enojaba que el marketing lo tomara de bandera, pero no era ese el primer caso, eso pasaba con la navidad, el día del padre, etc. Lo que realmente me enojaba es que las maestras y las escuelas como instituciones se prestaran para eso, me parecía de una insensibilidad total con los niños que tenían madres ausentes por distintas razones. Podía pasar los regalitos, al fin de cuentas eran manualidades que todos los niños podían dar a alguien querido, pero los actos culturales en escuelas y colegios me parecían crueles y discriminadores.
No recuerdo las palabras exactas con que Antonieta logró ayudarme a reconciliarme con esto , pero si recuerdo como comenzó cuando le hablé del tema :
“ ¡Aaaay queridaaaa! ¿Preguntás si te entiendo? Si yo te contara la lástima en los ojos y en los gestos de las personas ese día, más de alguno ha llegado inclusive a decirme condescendientemente “Pobre , cierto que no tenés hijos , bueno ya dice el refrán que al que a Dios no le da hijos , el diablo le da sobrinos””. Esa fue la primera vez que me puse del lado de la que no es madre en un día de las madres, ella me fue narrando su proceso de aceptación “del mundo” que hizo gracias al día de las madres.
Y, a partir de ese momento quedó establecida una tradición en casa: El día de las madres celebrábamos juntos , pedíamos pizza que tuviera los gustos de ellos y los míos, tomábamos Coca-Cola ( con todas las calorías) , cerveza para los mayores y a ver pelis de esas que son “para toda la familia”. Ese era el regalo que nos hacíamos mis hijos y yo, también los amigos de mis hijos que estaban en casa y cualquiera que anduviera por ahí “desmadrado o deshijado” estaba invitado al festín.
Esa tradición no se rompió nunca, así que si andás cerca en esa circunstancia, ya sabés, el día de las madres, en mi casa hay piza, pelis y coca. (la cerveza no está garantizada, pero todo es posible).
Ser madre es una experiencia maravillosa, ser tía, sobrina, hija, prima, vecina , amiga o simplemente Ser Persona, también lo es, ¡festéjalo como más te guste!
A ver si junio me agarra inspirada para darle su regalito a los padres en su día.
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